BENDICION CON EL SANTISIMO SACRAMENTO SOBRE LA CIUDAD Y PUERTO DE ACAPULCO 2022

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3 DE ENERO DE 2022

sábado, 26 de junio de 2010

EL NUEVO ARZOBISPO DE ACAPULCO, APOSTOL DE CRISTO REY DE LA PAZ.

CRISTO ES NUETRA PAZ: LEMA DEL NUEVO ARZOBISPO DE ACAPULCO.
Pbro. Lic. Juan Carlos Flores Rivas

Los Obispos en la Iglesia Católica, considerados como Príncipes en la comunidad eclesial, utilizan un ESCUDO EPISCOPAL, que retoma la tradición medieval caballeresca desde el S. XII, y que suelen expresar, en ocasiones, las armas de su familia; otros escogen a su gusto, así como una divisa representativa de sus intenciones o de su espiritualidad.
Esto último se aplica al nuevo Arzobispo de Acapulco, Monseñor Carlos Garfias Merlos, su escudo episcopal, muy sencillo, dominado por una figura de Cristo Rey con los brazos abiertos, queriendo alcanzar a todos sus hijos; colocado sobre una cruz que tiene un fondo rojo. La divisa, colocada bajo el escudo: CRISTO ES NUESTRA PAZ.
Estas características fueron adoptadas por Monseñor Garfias al ser Preconizado como V Obispo de Ciudad Altamirano por el Santo Padre Juan Pablo II, el 24 de Junio de 1996; características que ha conservado hasta hoy, y que se verán enriquecidas con los signos propios de un arzobispo, a saber, un sobrero sobre el escudo, del cual surgen un distintivo verde, con dos hileras de diez borlas, dispuestas en cuatro hileras.
Su divisa, colocada bajo el escudo: CRISTO ES NUESTRA PAZ, expresa una profunda convicción espiritual que ha marcado su ministerio episcopal en todos estos años. Las enseñanzas del Señor constituyen la buena nueva de la paz. Y este es también el tesoro que nos ha dejado en herencia a sus discípulos de todos los tiempos; la paz les dejo, mi paz les doy, no se las doy como la da el mundo. Esto fu recogido proféticamente por el Concilio Vaticano II: «La paz sobre la tierra, nacida del amor al prójimo, es imagen y efecto de la paz de Cristo, que procede de Dios Padre. En efecto, el propio Hijo encarnado, Príncipe de la paz, ha reconciliado con Dios a todos los hombres por medio de su cruz (...), ha dado muerte al odio en su propia carne y, después del triunfo de su resurrección, ha infundido el Espíritu de amor en el corazón de los hombres». La paz del Señor trasciende por completo la paz del mundo, que puede ser superficial y aparente, quizá resultado del egoísmo y compatible con la injusticia.
Cristo es nuestra paz y nuestra alegría; el pecado, por el contrario, siembra soledad, inquietud y tristeza en el alma. La paz del cristiano, tan necesaria para el apostolado y para la convivencia, es orden interior, conocimiento de las propias miserias y virtudes, respeto a los demás y una plena confianza en el Señor, que nunca nos deja. Es consecuencia de la humildad, de la filiación divina y de la lucha contra las propias pasiones, siempre dispuestas al desorden. ESTAS SON CARACTERISTICAS QUE RETRATAN AL NUEVO ARZOBISPO DE ACAPULCO.
Y precisamente, esta inquietud por la paz, en medio de un México que se ha visto marcado por la violencia, fue recogida y es el nombre de la exhortación pastoral del episcopado mexicano publicada el 15 de febrero de 2010, y que trata sobre la misión de la Iglesia en la construcción de la paz, para la vida digna del pueblo de México: “QUE EN CRISTO NUESTRA PAZ, MEXICO TENGA UNA VIDA DIGNA”. Con ella, los Obispos de México cumplen el propósito externado al final de la pasada LXXXVIII Asamblea Plenaria de la CEM, en noviembre de 2009, en la que dedicaron tres jornadas al estudio y reflexión sobre la situación de inseguridad y violencia que se vive en México. Sin duda, Monseñor Carlos Garfias Merlos tuvo una decidida participación en la elaboración de este LEMA y en la redacción final de este DOCUMENTO.
Tanto así, que en la pasada Cuaresma, elabora un Mensaje titulado «Que en Cristo, Nuestra Paz, México tenga vida Digna». Mensaje de Cuaresma 2010, a la Diócesis de Nezahualcóyotl. Proclamando, ante la realidad lacerante de INSEGURIDAD Y VIOLENCIA EN MÉXICO, el mensaje gozoso de Cristo a sus discípulos: Y nos dice: “…el Señor Jesús; se acercó a las personas sin detenerse en las etiquetas que otros les habían puesto, como ocurrió con el leproso (Mc 1, 40-44), con Zaqueo (Lc 19,1-10), con la mujer adúltera (Jn 8,1-11) y con otros. Vio en ellos lo mejor que había en cada uno, se acercó, atendió a sus necesidades más profundas y los capacitó para ser sus discípulos… Jesús rechazó la violencia como forma de sociabilidad y lo mismo pide a sus discípulos al invitarlos a aprender de su humildad y mansedumbre (Cf. Mt 11,29). Para romper la espiral de la violencia, recomienda poner la otra mejilla (Cf. Mt 5, 39), perdonar siempre (Cf. Mt 18,22) y, amar a los enemigos (Cf. Lc 6,35), paradoja incomprensible para quienes no conocen a Dios o no lo aceptan en sus vidas. La motivación evangélica que justifica esta recomendación es clara: imitar a Dios (Cf. Mt 5,45); el amor a los enemigos hace al ser humano semejante a Dios y en este sentido, lo eleva, no lo rebaja. Así, el discípulo se incorpora en la corriente perfecta del amor divino para salir de sí mismo y construir una humanidad solidaria y fraterna. El discípulo de Jesús debe amar gratuitamente y sin interés, como ama Dios, con un amor por encima de todo cálculo y reciprocidad, por eso el verdadero discípulo de Jesús no puede decir ya lo intente varias veces, ya me canse y no puedo. «LA RESPONSABILIDAD DE RESPONDER A LOS DESAFÍOS QUE REPRESENTA LA VIOLENCIA Y LA INSEGURIDAD ES DE TODOS LOS MEXICANOS, LA PLANTEAMOS CON LA LUZ DEL EVANGELIO Y DE LA DOCTRINA SOCIAL».
Este es el nuevo Arzobispo que Dios ha querido darnos en este momento concreto de nuestra historia para la Costa guerrerense. Portador del mensaje de Cristo: LA PAZ ESTE CON TODOS USTEDES.
Por otra parte, le posición en el centro de su escudo episcopal, de una imagen de Cristo Rey con los brazos abiertos, en actitud de alcanzar a todos, puede ser vista con ojos y corazón de pastores y cristianos, como una premonición.
Recordemos que en el año 2009, una magnífica escultura de cinco metros fue colocada en el punto más alto de la cordillera de montañas que rodean la espléndida Bahía de Santa Lucía en Acapulco: EL MONUMENTO A CRISTO REY DE LA PAZ.
Que colocado a 720 metros sobre el nivel del mar, y de frente a la bocana, quiere ser una invitación a la paz y a la reconciliación del pueblo guerrerense, concretamente nuestro Acapulco, como casa de todos.
Proyecto que durante 20 años Monseñor Silvino Moreno Rendón luchó por realizar, y que solamente el año pasado, con un grande esfuerzo por parte de muchos, el Señor nos permitió concretizarlo, como anunciándonos que nos enviaría a un mensajero de Buenas noticias: CRISTO ES NUESTRA PAZ.
Sin duda alguna, Cristo Rey de la Paz, nos envía s Monseñor Carlos Garfias Merlos. Y desde ahora ya invocamos a Cristo Rey de la Paz, para que pronto Monseñor Garfias, pueda subir al monte de la perfección que es Cristo. Y que desde las alturas de Acapulco, bendiga a su pueblo y proclame que Acapulco no está marcado irremediablemente por si sino: ACATL= Cañas; POLOA=Destrucción; CO=LUGAR, El lugar de la destrucción de los carrizos. Sino que más bien el mensaje de Cristo sea proclamado: “No quebrará la caña resquebrajada ni apagará la mecha que todavía humea, hasta que haga triunfar la justicia” (Mt 12, 20).
¡VIVA CRISTO REY DE LA PAZ EN ACAPULCO!
¡BIENVENIDO MONSEÑOR CARLOS GARFIAS MERLOS, APOSTOL DE CRISTO REY DE LA PAZ!

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